Durante tantos milenios como llevan existiendo, los humanos no han comprendido en realidad qué es el amor. ¿Cuánto hay de físico y cuánto de mental en todo eso?¿Cuándo es accidente y cuándo destino?¿Por qué se destruyen parejas que son perfectas y funcionan otras que parecen imposibles? No conozco las respuestas mejor que ellos. El amor está simplemente donde está.


Se busca...



Se busca gente del mundo real.

Gente que mire más el cielo que el suelo. Gente que hable con el silencio. Gente que sepa vivir en el ahora y el aquí.

Se busca gente que no viva de los demás. Que no necesite su aprobación. Que no viva a medias envidiando otras vidas.

Se busca a gente capaz.

Gente capaz de dejar el móvil de lado. De sentarse y hablar. De estar con alguien sin necesidad de estar con nadie más.

Se busca a gente que deje de vivir mirando una pantalla. Que levante la vista. Que vea el mundo que le rodea y que le guste y sonría.

Últimamente estoy muy cansada de móviles, de facebooks, de whatsapps y de mil aplicaciones que nos han hecho dejar de vivir. Que nos tienen atrapados en un mundo ficticio que no es vida. Que nos hacen creer que ver fotos de un sitio es igual que visitarlo, que nuestra vida nunca será suficiente porque los demás siempre hacen más. Que nos hacen creer que tenemos muchos amigos aunque en realidad tengamos dos. Que nos hacen sentir importantes con me gustas en lugar de con abrazos. Que nos hacen fracasar.

Estoy harta. Harta del mundo virtual. Harta de no poder tener a alguien sólo contigo. Harta no poder estar sola conmigo misma. Harta de pitidos, alertas y mensajes. Harta de horas de conexión y double checks.

¿Pero que es esta basura? Vas por la calle y todo el mundo con el móvil en la mano. Hoy hacia un día estupendo y la gente, en el bus, mirando el móvil. Pues yo hoy me he enamorado un poquito más de Barcelona. Y de sus calles. Y de la luz de primavera. Y de esa chica que deja el móvil para hablar con la mujer de enfrente. Y de ésa otra que se levanta para dejar que una mujer mayor se siente.


Se busca a gente capaz de desechar. De eliminar estas cadenas invisibles que nos tienen atados. De mirar al cielo y decir "que bonito", de sonreír a la gente con la que se cruza por la calle, de saludar al conductor del autobús. Gente real, gente que sepa lo que es la verdadera felicidad.