1. m. Repugnancia a la comida.
Siempre, toda mi vida, me la he pasado encontrándome problemas.
Siempre he tenido un plan, un plan de vida, un futuro imaginado. Y nunca, nunca, ha ido como esperaba. Siempre me he encontrado impedimentos. Siempre, cuando he superado un problema, ha aparecido otro. Nunca tranquila, nunca en tierra firme.
Y, joder. Estoy cansada. Estoy cansada de no poder esperar nunca nada, porque sé que algo impedirá que las cosas salgan como espero. Estoy cansada de no poder olvidar los errores, creyendo que todas las cosas malas que me pasan son culpa mía. Creyendo que, tal vez, nunca llegue ninguno de esos futuros que, aún -y no me preguntes por qué- sigo imaginando.
Y así, me pasan los años, con problema tras problema. Y ni se te ocurra relajarte al superar un problema... Porque, seguro, que otro viene después.
Y estoy harta. Harta de vivir con miedo, de estar siempre alerta. De poner barreras, de bajarlas para luego necesitar construir unas más altas y resistentes.
Que hastío.