Existen distintas clases de amor. Hay el amor que te da seguridad, es pausado, tranquilo, càlido... Y existe el tipo de amor que te arrolla, te desgarra, el amor pasional, instintivo, físico...
Existe un tipo de amor que tiene más de interno que de externo... Más de profundo que de físico... Ese tipo de amor intelectual que te hace amar a la persona, aunque no desearla. Es ese amor por el que nunca arriesgamos, al que nunca damos una oportunidad. Aunque nos llena y nos hace mejores.
Luego existe un tipo de amor más completo, el que tiene parte de físico y parte de intelectual... Aunque no mucho de ninguno de los dos... Es ese amor tranquilo, que te acuna, que te hace sentirte seguro, aunque a veces marea por no ser nada y serlo todo. Es un amor que no te completa, pero en el que sueles quedarte. Te quedas porque parece que es lo que toca y porque ¿cómo vas a renunciar a algo que es obvio que funciona?
Y, finalmente, tendríamos al tercer tipo. Ese que sabes que nunca funcionará, pero que te hace olvidarlo todo. Ese que es todo pasión y que parece que se vaya a evaporar en un suspiro cuando se piensa en que sea algo más. Ese amor que sólo puede durar unos dias, un par de meses como mucho. Ese amor insostenible e inalcanzable, abstracto. Ese amor por el que en ciertos segundos lo arriesgariamos todo y del que cinco minutos más tarde no queremos saber nada. Ese amor que suele ser imposible de borrar de la piel. Ese amor del que, aunque huyas, sigues atrapado. Es temblor, es fuego, es dolor, es placer. Es amor silencioso, oscuro, escondido. Es un amor demasiado personal como para chillarlo al mundo. Es ese amor del que nunca sabremos en realidad si fue amor. O ese amor del que en realidad nunca sabremos si para la otra persona es amor. Es un juego.
Y, en verdad, ¿qué más da? Yo me pregunto... ¿No os quedaríais con los tres? Yo lo haría, la verdad. El problema esencial es que esta vida consiste en decisiones, decisiones, decisiones. Y con cada decisión que tomamos, renunciamos a algo. Y supongo que, al final de nuestras vidas, no podemos evitar plantearnos si no hubieramos sido más felices renunciando a lo que hemos tenido y quedándonos con lo que hemos renunciado. Qué triste todo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario